El limón nos aporta vitamina C y es diurético, por lo que es un alimento saludable para incorporarlo día a día. Pero debemos saber que no tiene ningún poder contra las grasas, por ende, no es cierto esa atribución. De hecho, ningún alimento tiene un poder directo sobre el descenso de la grasa corporal. La masa grasa se oxida cuando es utilizada como energía, por lo que este proceso dependerá de la alimentación total, el gasto de la actividad física y el gasto metabólico.

Los laxantes y diuréticos estimulan las vías de eliminación, pero no de grasa, por lo que no ayudan a adelgazar. Para la reducción de grasa, ésta debe ser oxidada ante una demanda de energía. Además, hay que tener cuidado con esos productos, ya que son muy invasivos para nuestro cuerpo. No solo se eliminan los desechos, sino que arrastran vitaminas y minerales necesarios para nuestra salud, invitando a padecer deficiencias de micronutrientes.

Este mito llama a no querer generar músculo por las dudas, pero debemos decir que es mentira. No se transforman entre sí, el músculo se puede perder si no entrenas, y la grasa puede aumentar por consecuencia de la alimentación y/o por que no tenés gasto energético suficiente.

Por mucho tiempo se creyó esto, y las recomendaciones alimentarias iban de la mano a este mito, "no más de 3 huevos por semana". Hoy se sabe, gracias a estudios actuales, que el colesterol dietario no es el que aumenta el colesterol sanguíneo. En cambio, sí tiene mayor influencia los azúcares simples, determinadas grasas como las trans y el sedentarismo.

Hasta el día de hoy se repite este mito, pero no hay ninguna contraindicación de juntar estos macronutrientes. Este mito surge a partir del destino digestivo de cada nutriente; la proteína necesita un ambiente ácido y se digiere en los jugos gástricos del estómago, mientras que los carbohidratos requieren un ambiente alcalino ya que su digestión esta en el intestino delgado: la verdad es que al masticar los alimentos se estimula la secreción de ácidos gástricos, por lo que todo nutriente se mezclará con estos ácidos, y posteriormente pasará al intestino. Resumiendo: estamos preparados para consumir nutrientes combinados.

Este mito surge a partir de la limitación proteica que deben tener personas con fallas en el riñón. Pero ya se pudo comprobar, a partir de estudios en personas sanas sin enfermedades renales, que el consumo de proteína no genera daños. Por lo que podemos decir que hoy en día es un mito falso. 

Las grasas fueron enemigas por mucho tiempo, a la industria y a sus productos light le sirvió, pero a nuestro cuerpo no. Las grasas son necesarias y muy saludables, ya que nos aportan saciedad y componentes esenciales para nuestro organismo. Este mito, en parte, surge por su aporte calórico que es de 9 kcal por un gramo. Sin embargo, ya sabemos que no solo importa la energía sino la calidad de nutriente. Solo hay que saber consumirlas, porque como todo nutriente, en exceso nos hará daño. La que sí debemos evitar es la grasa trans (grasa de la industria).

A no creer esto. Lo light ha sido una estrategia de la industria cuando las grasas eran lo peor, y los productos prometían un cuerpo perfecto. Primero que nada, ser "light" no siempre es sinónimo de saludable, ya que es una versión de menos calorías, sin importar a costa de qué. Algunos productos nos pueden ser de utilidad, como los que vienen sin azúcar o los quesos bajos en grasa con más proteína. Pero definitivamente no se puede comer de más, ya que light no significa que no tenga nada o sea libre. 

Tomar vitaminas no engorda. Son micronutrientes, por lo tanto no nos aportan calorías. Si hay una deficiencia de alguno, su suplementación nos puede propiciar un buen ambiente al organismo para que funcione mejor, pero no es energético.

El pan integral tiene las mismas calorías o incluso más que el pan blanco, por lo que la cantidad que se debe consumir también debe ser controlada. Se recomienda por su aporte en fibra, que genera más saciedad y una suba de la glucemia más paulatina.