La realidad es que el 70% de los adultos no estamos bien preparados para tolerar la lactosa, que es el azúcar presente en la leche. Existen evidencias científicas que sostienen que somos la única especie que la consume fuera de la etapa necesaria (lactancia) y que la misma proporciona ciertos riesgos, más que por la leche en sí, es por el poder que se le ha asignado de superalimento, causando que este producto se consuma en exceso.

Hoy se sabe que el abuso en el consumo de leches, yogures y postres lácteos provoca muchas enfermedades y alteraciones metabólicas a causa de la gran contaminación que sufren estos productos por la industria. Además de esa contaminación, se le suman muchas reacciones alérgicas, por la dificultad para digerir la lactosa que presentan la mayoría de las personas adultas, debido a que después de la niñez se van reduciendo las enzimas encargadas de su digestión, provocando diferentes tipos de alergias, alteraciones en la piel, distensión y dolor abdominal, etc.     

Resulta un error recurrir a estos alimentos por creer que son la única fuente de Calcio, ya que en el reino vegetal se encuentran alimentos con más contenido de Calcio y de mejor biodisponibilidad que los lácteos, como por ejemplo el brócoli, las semillas, las almendras, entre otros.

Es por esto que es mejor regular el consumo de leche, priorizando otros alimentos como vegetales, frutas, carnes de todo tipo, semillas, etc., ya que si llevamos una dieta equilibrada y variada tenemos todos los nutrientes cubiertos. Si la consumimos por gusto, podemos hacerlo moderando la cantidad, cortando el café en las mañanas, como colación o en preparaciones conjuntamente con otras fuentes de proteínas (quesos, huevos).

 

Sin embargo, como con todas las comidas, siempre existen los reemplazos. Podemos optar por el consumo de leches vegetales como la de almendras, maní, nueces o de avellanas, ya que las mismas no contienen azúcares, lo que mejora nuestra salud y nos ayuda con nuestros objetivos. Además, son riquísimas y podemos tomarlas a cualquier hora del día. Así que decimos que no hay que eliminarla si no quieres, solo que no es tan indispensable como se informaba, y el exceso nos puede ocasionar daño.