Sodio: un producto bajo la lupa

El sodio es un mineral que el cuerpo necesita para controlar y regular funciones vitales, como la presión arterial, el volumen sanguíneo y retener agua, manteniendo los fluidos intra y extracelulares en el equilibrio adecuado. Junto con el potasio y el magnesio, ayudan a que los músculos y los nervios funcionen correctamente, manteniendo la transmisión nerviosa, la contracción muscular, etc.

El sodio puede presentarse de diferentes maneras:

En su forma más común, como sal, podemos encontrar versiones refinadas (sal de mesa) u otras más naturales como la sal rosada.
De manera natural en la mayoría de los alimentos (leche, pollo, espinaca, remolacha y apio, entre otros).
En forma oculta en alimentos procesados (enlatados, congelados, etc.) en grandes cantidades.

Es muy importante saber elegir las mejores fuentes de sal y moderar su consumo, ya que el abuso provoca retención de líquidos, hinchazón (edemas) y problemas en general para la salud como, aumento de la presión arterial, aumento del apetito, pérdida de calcio, etc. Cada gramo de sodio retiene 5 gramos de agua.

Aun así, si no hay una contraindicación en su consumo, no debemos suprimirla completamente, ya que además del sodio, aporta iodo un mineral necesario que se encuentra en pocos alimentos, ya que se encuentra en mayor media en pescados de mar, y en general en lugares cercanos del océano. El iodo es un mineral esencial para muchas glándulas del cuerpo, como la tiroides, las mamas, los testículos, etc., por lo que su consumo no debe descuidarse.

| Lo que debes saber sobre la sal refinada lo puedes encontrar en el Diccionario. |

Como debemos incorporar sal pero sin excederse, a continuación enumeraremos las siguientes recomendaciones:

Disminuir el consumo de alimentos ultraprocesados, ya que suelen contener cantidades de sodio industriales, además de otros aditivos dañinos.
Elegir sales menos refinadas, como la sal rosada que presenta minerales de manera natural. Ya que la sal de mesa refinada se encuentra despojada de sus minerales, aportando solo cloro y sodio, y iodo adicionado por ley.
Moderar el consumo de sal (natural o refinada), consumiendo lo necesario para incorporar sus minerales, pero sin excederse ni tapando el sabor natural de los alimentos.
Utilizar especias, condimentos, hierbas aromáticas, limón, vinagre, cebolla, ajo, etc., para agregar más sabor a las preparaciones.

Para aquellos que sufren presión arterial alta, la recomendación de sodio es de 1,5g al día. Pero aún así deben atenderse otros hábitos más importantes como lo es el exceso en el consumo de carbohidratos y la realización de actividad física.

Para el resto de las personas lo máximo es de 2,3 g por día. La ingesta de sal diaria no debería superar los 5g al día (una cucharadita de café).

No hay que suspender alimentos, sino que aprender a elegirlos y usarlos es la clave para un estilo de vida saludable.

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