¿Entrenás frecuentemente? ¿Das tu máximo esfuerzo trabajando la fuerza? ¿Realizás cardios intensos? ¿Practicás algún deporte? Puede que estés haciendo algo de todo eso pero no observás los resultados esperados.

Cuántas veces hemos escuchado, tanto a hombres como a mujeres, decir "me como todo, total me mato en el gimnasio", y es acá cuando nos encontramos con un grave error. Entrenar es fundamental, pero lo demás también importa.

El cuerpo es como una máquina que contiene diferentes sistemas que, trabajando juntos e integrados, hacen que todo funcione como tendría que ser. Entonces, primero que nada, tu alimentación y tu entrenamiento tienen que ir de la mano. No solo porque necesitás combustible de calidad para rendir en el día a día y en los entrenamientos, sino porque lo necesitás para tu salud.

¿Qué pasaría si, por ejemplo, a un auto le cargamos un combustible de mala calidad? Seguramente va a funcionar por un tiempo. Sin embargo, poco a poco el motor va a comenzar a deteriorarse, afectando su durabilidad y al resto de sus funciones.

Con el cuerpo sucede algo similar. Si no lo cuidás, puede que igual funcione bien un tiempo, pero luego, los diferentes problemas (óseos, endocrinos, neuronales, articulares, metabólicos, etc.) no van a tardar en llegar. Entonces, debés cuidar lo que comés, buscando que sea lo más natural posible, acorde a la cantidad de movimiento y a tus objetivos.

Además, tenés que revisar otras cuestiones que también influyen:

Estas cuestiones y muchas más pueden afectar tu entrenamiento y, con ello, a tus resultados.

Somos libres de elegir nuestros hábitos, pero son ellos los que nos determinan. Todos los días tomamos decisiones, por lo que todos los días es una nueva oportunidad de elegir bien.