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¿Frío o Calor? Entrená fuera de tu confort

¿Frío o Calor? Entrená fuera de tu confort

En muchas ocasiones somos extremistas: o vamos por todo o no hacemos nada, queremos mucho o queremos poco y nada.

La realidad es que todos los extremos son malos. Si bien, exponerse al frío o al calor tiene sus beneficios, excederse presenta ciertos peligros.

Por eso, a veces es mejor el "y" que el "o", porque incluye en lugar de excluir. De manera equilibrada, esto es bueno para la salud: el frío y el calor tienen sus beneficios porque provocan estrés en nuestro organismo, activándolo de manera que procura defenderse de estas temperaturas. Esto provoca una serie de procesos y efectos fisiológicos que generan un mayor gasto calórico, elevan nuestro metabolismo y mejoran nuestro rendimiento, entre otros beneficios. Nuestro cuerpo necesita exponerse a la naturaleza, por lo menos en dosis graduadas, para que nuestros genes recuerden lo que es defenderse.

Por un lado, el frío ayuda a la quema de grasa corporal, disminuye las inflamaciones y regula el sistema inmune. Por otro lado, el calor reduce la frecuencia cardíaca, favorece a la ganancia muscular, retrasa la fatiga muscular, mejora la sensibilidad a la insulina y aumenta el metabolismo. El hecho de que ambos ayuden, no quiere decir que sean mágicos.

Nada es mejor, ni reemplaza a un correcto entrenamiento y una adecuada alimentación.

Entrenar con frío o calor, o realizar estímulos puntuales de cada temperatura (duchas en frío o saunas en calor), ayudarían a obtener los beneficios mencionados anteriormente.

Se cree que mantenerse dentro de una temperatura similar y cómoda de manera persistente (monotonía térmica) es uno de los factores (no el principal) de los problemas de obesidad que tenemos hoy en día. Salir de esta monotonía térmica es una de las pequeñas armas que también pueden ayudarnos a revertir los problemas de obesidad.

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¿Cómo incluirlos para aprovechar sus beneficios?

Entrenar cada vez que puedas y lo toleres, bajo las condiciones de frío o calor, aumenta tu metabolismo, provocando un mayor gasto de la energía obtenida del tejido adiposo. Además, mejora la termorregulación, favorece al sistema circulatorio aumentando el riego sanguíneo, retrasa la fatiga y protege la masa muscular, entre otras consecuencias. Todo esto no solo va a colaborar en tu salud, sino que también va a mejorar tu rendimiento deportivo.

Además de lo mencionado anteriormente, tené en cuenta que las duchas de agua fría podrían serte útiles. Incluir también sesiones de sauna favorecería el aumento de masa muscular si estás trabajando la hipertrofia y también ayudaría a la protección del músculo, en el caso de que no estés entrenando o lo estés haciendo con menor intensidad y frecuencia.


Como dijimos al principio, si algo se realiza en exceso es dañino, pero controlando las “dosis” (tolerancia), el estrés térmico puede ser un aliado en tus objetivos, ya que provoca procesos de adaptación en nuestro organismo que favorecen a nuestra salud.
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