Llegan los primeros fríos, se empiezan a prender los calefactores y también... ¿empezamos a comer más?

Hablaremos de este mito instalado hace mucho, que relaciona la época invernal con consumir más energía calórica.

Primero debemos analizar lo que no podemos cambiar, lo fisiológico. Nuestro cuerpo gasta energía por tan solo existir, a partir de algo que se llama metabolismo basal, que corresponde a toda la energía que se necesita para las funciones vitales del organismo.

A su vez, nuestro metabolismo puede variar según determinados factores, como la edad, composición corporal y etapa biológica, en donde puede haber un aumento o disminución de ese gasto. 

Uno de esos factores es el clima y las condiciones atmosféricas. Con la exposición a temperaturas frías, el cuerpo aumentaría el gasto energético al tener que activar funciones para general calor corporal.

A esto hay llevarlo a la realidad: con la cantidad de ropa que usamos y la calefacción artificial disponible, no es necesario un aumento en la ingesta calórica para sobrevivir al invierno. También porque, en general, no tenemos temperaturas con muchos grados bajo cero.

Nuestras calorías sí deberían ser aumentadas si tuviéramos que pasar todo el día en la calle, con poca ropa o con temperaturas bajo cero. Realmente nuestro cuerpo debería pasar frío y… ¡por 24 horas! para que realmente haya un aumento significativo en nuestro gasto. Creemos que nadie quiere estar todo un día temblando.

Así que no, fisiológicamente no necesitaríamos más calorías en invierno. Por lo que buscaremos cuáles otras razones existen que pueden disparar el consumo de calorías.

Lo que sí es cierto, es que nos tentamos más por preparaciones calientes y muchas veces suculentas. Guisos, pastas (y demás comidas que en muchas oportunidades priman en carbohidratos) y salsas, por lo general, escasean en vegetales y llevan un limitado aporte de proteínas.

Con el mismo afán de mantener “el estómago caliente” elegimos comidas dulces como chocolates y tortas, pero no es más que un hábito inadecuado, una cuestión cultural que nos lleva a desear comer esas opciones y no otras más saludables.

Con el frío llega la fiaca para moverse y aumentan todavía más las ganas de consumir alimentos poco saludables.

Pero debemos saber que esto no es una necesidad o pedido del cuerpo, son creencias instauradas, así que hay que reprogramarlas y buscar un equilibrio.

No es un mito que la gente haga menos actividad física en invierno, es una realidad que el clima afecta el interés por el movimiento, sobre todo si se practica al aire libre, pero esto no debe ser un impedimento total. Incluso en esta fría época, los beneficios de entrenar son muchos y te lo contamos en esta nota.

La industria no es pasiva en estas cuestiones y aprovecha toda esa creación cultural para incentivar, a través de publicidades ligadas al crudo invierno, el consumo de alimentos ricos en azúcares y grasas de baja calidad y con muchos saborizantes. Debemos estar atentos a este bombardeo poco inocente para comprender los verdaderos intereses de estos sectores y pensar qué es lo que realmente nos conviene a nosotros.

Como siempre, lamentablemente, la estética es lo que suele preocupar más y lo que nos motiva para cambiar nuestros hábitos. En el invierno, al estar más tapados y al no tener que mostrarnos tanto, esa preocupación cesa y acompaña al desinterés por estar más sanos. Así, se consumen alimentos menos saludables y se produce menos movimiento. Claro que llegando al verano nos acordamos de los hábitos saludables... pero esto no tiene que ser así. El cuidado del cuerpo en todas las estaciones te dará calidad de vida para siempre.

En épocas de frío es normal comportarnos como el oso polar. Buscamos hibernar, pero, al contrario del oso que no cuenta con vía libre en alimentos, pretendemos inmovilizarnos consumiendo comida industrial, disponible las 24 horas.

Está comprobadísimo que la gente en invierno gana más grasa corporal: comen más, se mueven menos y hay un consumo excesivo de calorías. ¿Fisiológico? Ya dijimos que no, solo es una construcción social y cultural, por lo que podemos concientizarnos y modificar esa tendencia para no dañar la salud.

La salud debe estar en cualquier momento del año y no solo cuando tenemos que ponernos una malla. El cuerpo y su interior se verá afectado de igual manera. Buscá opciones que vayan bien con las heladas pero también con tu salud.

Te compartimos unas ideas para que puedas combatir el frío de manera saludable: