Tu cuerpo tiene memoria, tanto de lo malo como de lo bueno, y es por eso que en esta nota queremos contarte algunos aspectos a tener en cuenta.

Es importante recordar que trabajar la fuerza es la manera que tenés de ganar masa muscular. Por lo que realizar solo cardio no es suficiente si querés mejorar tu salud y, por ende, tu estética. Constantemente recomendamos que el músculo, más allá de ser lindo, es fundamental para tu vida.

El músculo te da belleza, juventud, vitalidad, energía, funcionalidad, reduce la aparición de enfermedades y aumenta tu vida en cantidad y en calidad (lo más importante). Viví, pero viví bien.

A su vez, es fundamental pensar en la condición de ese músculo, es decir, no sólo en su tamaño sino en su composición. No nos explayaremos en este punto, pero sí debés saber que el músculo sano es el que te hace más hábil para enfrentar tus actividades diarias, te reduce dolores, te cuida de accidentes, de malas posturas y sus consecuencias, etc. Te cuidará si en un futuro, por algún motivo, no podés entrenar. Si dejás de entrenar sin impedimentos verdaderos, es tu peor decisión, ya que vas a elegir volverte más viejo, enfermo y, entre otras cosas, menos feliz.

Cuando comenzás a entrenar, es común ver rápidamente los primeros cambios, más que los siguientes. Como sucede con cualquier capacidad, la ganancia es mucho mayor al principio y se enlentece mientras más te acercas a tu potencial genético. La cantidad de masa muscular que podés ganar está determinada, en cierta medida, por tus genes. Sin embargo, podés convertir tus hábitos en las mejores armas para combatir cualquier batalla en tu cuerpo y uno de ellas es un “buen entrenamiento”, el cual, programado a tu medida, te potenciará.

Sí, pero no es tan fácil. Cuando te enfermás o dejás de entrenar por un período, esto puede suceder. Sin embargo, no es lo mismo empezar desde cero que haber tenido un trabajo previo. Ese esfuerzo que realizaste antes vale y mucho. Primero, porque cambió tu calidad de vida en su momento y segundo, pero no menos importante, porque te preparó justamente para momentos como éste.

Es una cuestión genética que tiene origen y fundamentación en la era paleolítica, época en la que el cuerpo cuidaba como oro todo lo que conseguía. Esto vale tanto para la grasa corporal como para la masa muscular. Es el gen de la supervivencia el que hace que nuestra fisiología entienda que, si en su momento te enfrentaste a cierto estrés físico, puede que vuelvas a hacerlo y por eso te mantiene preparado. Nuestro cuerpo prefiere guardar lo ganado por si acaso, manteniendo así algunas de las adaptaciones generadas. Es por la misma razón que es más fácil recuperar el músculo que ganarlo desde el principio.

Este fenómeno es conocido como “memoria muscular”. Al crecer la masa muscular, en las fibras musculares se desarrollan nuevos núcleos celulares, los cuales se mantienen a pesar de que la fibra se atrofie al dejar de entrenar.

Sin embargo, esto no quiere decir que si dejás pasar el tiempo, nada sucederá. En un principio, verás que las pérdidas son pequeñas, pero si el sedentarismo persiste, la atrofia muscular se incrementará.

Lo que queremos decirte es que no temas irte de vacaciones o estar inmovilizado por un tiempo por lesión o enfermedad. Si bien las pérdidas pueden ser mayores según el caso, como dijimos, tu cuerpo tiene memoria y es cuestión de tener paciencia, ya que luego de volver y entrenar unas semanas, la fuerza y el músculo se recuperarán con mayor facilidad. Lo que se pierde al dejar de entrenar por un tiempo es principalmente glucógeno, lo que hará lucir a tus músculos más delgados, desinflados. Esto es porque cada gramo de glucógeno arrastra tres moléculas de agua, generando esta situación.

El mensaje es el siguiente: todo el esfuerzo que realices te beneficiará hoy y seguirá dando sus frutos mañana. Nunca será en vano, siempre valdrá la pena, pero para perder y recuperar, primero hay que ganar.

Por eso debés organizarte para ocuparte vos mismo, tu cuerpo te lo agradecerá hoy y siempre.