La alimentación paleolítica está basada en el consumo de lo que el hombre podía cazar y recolectar. Proteínas (carnes de todo tipo y huevos), grasas saturadas, insaturadas y poliinsaturadas (grasa de las carnes, frutos secos, semillas, aceites, palta, etc.) y carbohidratos que, además de glucosa, nos aportan fibra, agua, vitaminas y minerales (todos los vegetales fibrosos y frutas de estación).

El cuerpo humano necesita glucosa, pero no de manera constante ni en grandes cantidades, como la alimentación de hoy proporciona. La glucosa es lo más fácil de oxidar por la célula, pero fácil no quiere decir que sea lo más conveniente. Las células del cuerpo funcionan perfectamente con la grasa como combustible, por algo las membranas celulares y las hormonas están formadas mayormente de grasas. Además, el cerebro humano se desarrolla y se mantiene en gran medida gracias a las grasas.

Una metáfora como ejemplo es la siguiente: si al fuego le echás kerosene (la glucosa) se produce una explosión, pero una explosión abrupta que dura poco tiempo. En cambio, si a ese fuego le agregás un leño grande (las grasas) tendrás un calor constante y duradero. Por lo tanto, lo fácil para aumentar el fuego es la glucosa pero lo más conveniente, para administrar energía a largo plazo y sin generar alteraciones, son las grasas.

Como mencionamos, la alimentación ideal para el cuerpo humano es la paleolítica, pero no nos debés olvidar que sos un ser humano. Vivís en sociedad, con la agricultura y la industria modernas y un sinfín de alimentos que ejercen mucha influencia a nivel metabólico y cerebral, y no se puede vivir aislado. Lo que sí podés y debés hacer es lograr el equilibrio. Lo ideal sería comer por hambre todo lo esencial (proteínas, grasas, vegetales y frutas) y por gusto todo lo no esencial para el cuerpo (carbohidratos almidonados como harinas, cereales y granos refinados y carbohidratos simples como azúcares y dulces).

Esta herramienta te brinda un equilibrio justo para tratar de conservar la salud física, orgánica y cerebral, en una sociedad con un sistema socioeconómico y de consumismo (industria alimentaria, farmacéutica, etc) muy poco saludable.

Para tener una vida social y conservar la salud, lo ideal es que, siempre que estés calmo, sin ansiedad ni eventos sociales, basar tu alimentación en alimentos 100% naturales (proteínas, vegetales, frutas, grasas). Cuando tengas eventos o realmente lo desees, date el gusto con lo no esencial, industrializado o procesado. Además, cuando te vayas dar el gusto, hacelo con conducta, disciplina, y con una correcta combinación.

De esta manera, controlarás mejor la cantidad y evitarás que eso "no esencial" genere reacciones "explosivas" en tu organismo.

Nuestro consejo es que no te centres únicamente en lo perfecto o ideal, ya que si eso no se alcanza puede generar otros trastornos. ¿De qué te serviría?

La salud ocurre en el equilibro, con flexibilidad y no en los extremos.