Cuando decidimos llevar un estilo de vida más saludable para vernos y sentirnos mejor, la decisión no debe surgir para conformar a nadie y mucho menos por odio e insatisfacción hacia nuestro cuerpo. Debe empezar desde el amor propio.

Aunque es algo que no se enseña en las escuelas, el amor a nosotros mismos es el primero y el más importante, ya que no podemos dar lo que no se tiene. Es la base para nuestra estabilidad emocional. Muchos se cargan (o nos cargan) el peso de encontrar la otra mitad, pero se olvidan de que ya venimos completos y que antes que nada debemos amar, respetar y cuidar a una persona: aquella que miramos en el espejo. ¡Sí! Nada más y nada menos que a nosotros mismos, con todos nuestros defectos y virtudes. Ese amor debe ser incondicional.

Cuando amamos lo que vemos en el espejo, desde el amor incondicional se deseará lo mejor para esa persona que vemos reflejada. No buscaremos castigos ni reproches. Sólo vamos a querer lo mejor para nosotros. A ese cuerpo lo queremos con bienestar y salud.

Es muy común, al iniciar un estilo de vida más saludable, hacerlo desde el odio hacia nuestro cuerpo. Comenzamos a querer comer sano y a ejercitarnos por todo ese enojo que cargamos o, mejor dicho, nos hizo cargar la sociedad con los estereotipos de belleza: enojo hacia el físico.

Aquí debemos detenernos y dar la definición, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), de salud: "...es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades."

Bien, no todo es físico entonces. Si buscamos vernos mejor, debemos empezar sintiéndonos mejor, amigarnos con nosotros mismos, y darnos la oportunidad de sentirnos bien, de a poco. No hay que castigarse por lo que fue, sino felicitarse por la decisión de buscar el bienestar. Éste no debe basarse solo en una cuestión física, porque es ahí donde nuestras expectativas se frustran, sino que en muchas otras cosas que se pasan por alto, porque claro, en las fotografías de las revistas el bienestar no se ve.

Tengamos en cuenta, además, otros parámetros de bienestar. Por ejemplo, levantarse con más energía por la mañana, estar de mejor humor y sonreír más seguido, no cansarse con el mínimo esfuerzo, tener un tránsito intestinal más saludable, disfrutar el sabor de las comidas, dormir mejor por las noches, menos dolores de cabezas, menos enfermedades, menos medicamentos. Mientras tanto, el físico se irá modificando, claro, pero ¿es lo único? ¡Ya vimos que no!

Mirarse al espejo y hablarle a nuestro cuerpo: "hoy me perdono por no cuidarte, por darte alimentos que te hicieron daño, por el sedentarismo que te volvieron pasivo, y encima por criticarte y odiarte. Hoy te empiezo a querer y a cuidar, con alimentos que sanen, actividad física que te active, y por sobre todo, amor, paciencia y constancia".