Una nueva investigación en EE. UU. sugiere que el principal culpable de la epidemia de obesidad podría ser el ambiente de la época actual y no los genes.

La Universidad de California, en San Francisco, realizó un estudio donde utilizaron datos de casi 8.800 adultos. Los estadounidenses eran más propensos a aumentar más de peso si nacieron en un momento posterior del siglo XX, independientemente de si portaban o no un riesgo genético alto de obesidad. 

El estilo de vida moderno es el principal culpable de la epidemia de obesidad. Las personas con un riesgo genético más alto a padecer obesidad, parecían verse más afectadas y más vulnerables ante las condiciones ambientales que fomentan el sobrepeso, como la alimentación industrial -y poco saludable- junto al sedentarismo. Pero, de igual forma, incluso a personas cuya genética las debería haber ayudado, años de un estilo de vida poco saludable contribuyeron a la ganancia excesiva de grasa corporal.

Y si vemos otras enfermedades como las cardiovasculares, hipertensión, diabetes, y hasta algunos cánceres, debemos hablar no solo del gen sino de un ambiente favorecedor a tenerlas. De por sí, todas ellas se verá favorecidas en un ambiente obesogénico, es decir, donde prima una alimentación poco saludable, el sedentarismo, y el consecuente exceso de grasa corporal.

En cuanto a la salud de nuestras arterias, se comprobó que los estilos de vida modificables, y no los factores genéticos, son los principales culpables de la rigidez de los vasos sanguíneos asociada a la edad. Siempre se relacionó el envejecimiento con venas y arterias más rígidas. Pero, ¿esto es obligadamente así? Definitivamente no. Con la edad se puede disfrutar de arterias sanas, como muestra un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston (EE.UU.), donde mantener un peso saludable (alimentación y actividad física) y evitar la diabetes nos puede resultar de un sistema cardiovascular con un adecuado funcionamiento.

No podemos seguir pensando que solo se trata de una mala suerte de genes. Hay enfermedades que aparecen porque llevamos por mucho tiempo hábitos tóxicos que las desencadenan. Y otras que desaparecen o se han reducido con hábitos preventivos. Y los genes son los mismos, ¡pero el estilo de vida no!