Se denomina pescados y mariscos a todo lo que comprende animales vertebrados e invertebrados comestibles, marinos o de agua dulce.

Los pescados (brótola, corvina, merluza, pejerrey, pollo de mar, salmón rosado) y los mariscos (langosta, langostino, centolla, cangrejo, camarones, pulpo, caracol, calamares, ostras, almejas, vieiras, mejillones, berberechos) contienen proteínas, vitaminas, minerales y grasa insaturada.

Son una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico, ya que contienen todos los aminoácidos esenciales. Estos nutrientes son esenciales para todo tipo de construcción, regeneración y/o crecimiento de cada célula, desde nuestro ADN, hasta el pelo, piel, uñas, órganos, etc. Además, disminuyen el impacto glucémico de una comida, ya que hacen que la glucosa presente en el resto de los alimentos (pastas, papa, batata, arroz, cereales, entre otros) no impacte o no se eleve rápidamente en sangre y, por lo tanto, no provoque picos de insulina.

Las grasas que aportan son insaturadas, siendo la fuente principal los ácidos grasos Omega 3 de cadena larga (EPA y DHA). Estos ácidos grasos son buenos en la prevención de varias enfermedades como las cardiovasculares, las degenerativas, el cáncer, enfermedades inflamatorias, intestinales, artritis. Además, son muy importantes en etapas de embarazo para el desarrollo óptimo del cerebro y sistema nervioso del feto.

Los pescados grasos son lo que más contienen Omega 3, como por ejemplo caballa, arenque, salmón, jurel, sardina, atún o lomito de atún.