¿Mensajear o entrenar?

Probablemente te sientas identificado con lo que diremos en esta nota, pero la verdad es que usas demasiado tu teléfono celular, inclusive cuando entrenas.

Debes entender que, si bien sabemos es muy útil para muchas cosas, hay momentos en que te saboteará si no sabes controlarte. Hemos visto cómo las personas usan este aparato desmedidamente y, sin que se den cuenta, no los deja obtener resultados. Te explicamos el por qué.

Primero que nada, hace que pases demasiado tiempo en la sala de musculación, reduciendo volumen, intensidad y densidad de tu entrenamiento.
Hace que tus pausas de recuperación entre ejercicio y ejercicio sean más largas de lo recomendado, por ende los cambios fisiológicos buscados ya no se producen de la misma manera.
Reduce tu capacidad de concentración, haciendo que no prestes atención a la técnica y control del ejercicio que estás realizando, y al impacto que el movimiento está produciendo en tu cuerpo. Esto limita el desarrollo de la consciencia corporal y perjudica el aprendizaje motor.

Es así que cuando realices tu entrenamiento debe ser ese momento dedicado sólo a vos. Olvídate por un rato de los compromisos, de las redes, de las otras personas y disfruta de darle un tiempito exclusivo a tu cuerpo. Concéntrate más bien en la intensidad y en la técnica que en ese mensajito que puedes ver después.

Debes saber que es casi imposible entrenar correctamente estando pendiente de tu teléfono, y que, aunque te cueste creerlo, retardará y estropeará el que tu organismo sienta ese impacto a nivel fisiológico, generando los cambios óptimos que buscamos hagan a una buena composición corporal.

Si no lo haces por ti mismo, piensa en que tal vez estás molestando a otro que sí quiere entrenar de verdad y que si te encuentras distraído/a con tu teléfono celular, ocupas espacios que los demás necesitan, alterando la dinámica general del salón y la realización de los ejercicios.

Entonces, guardemos el celular un ratito y concentrémonos en nosotros, en las personas con quienes compartimos la sala y en darle intensidad a ese entrenamiento que, en fin, es la razón por la que vas al gimnasio.

¡A trabajar!

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